En una era cada vez más pesimista, los inmigrantes adoptan un rasgo exclusivamente estadounidense: el optimismo.
Dos hermanas. Dos sueños americanos. Dos resultados muy diferentes.
María Del Pilar Barradas-Medel y su hermana mayor, María Del Consuelo, emigraron de México hace casi tres décadas. Querían, más o menos, una vida mejor para ellas y las familias que esperaban algún día tener. Querían escuelas y trabajos -donde pudieran ganar más de 5 dólares al día- y el fin de la lucha diaria en su hogar ubicado en las afueras de Ciudad de México.
María Del Consuelo sólo duraría unos meses en el sur de California, obligada a volver a casa para cuidar de su hermana recién nacida, la décima hija de su humilde familia.
Barradas-Medel se quedó en los suburbios de Los Ángeles con su marido, Alejandro Medel. Se alegra de haberlo hecho. A María Del Consuelo también le gustaría haberlo hecho.
Aquí, Barradas-Medel ascendió de niñera a trabajadora doméstica y después a asistente de archivo en un bufete de abogados. Aquí, su marido pasó de lavar coches a montar su propio negocio de jardinería. Aquí, sus hijos superaron con creces su educación, graduándose de preparatoria y cursando estudios más avanzados.
El salario de Barradas-Medel es humilde, y la familia de cinco miembros tiene que apretujarse en una casa móvil de una habitación en Azusa. Pero es una vida mejor de la que podría haber imaginado en su país. Y le ha permitido ayudar a su familia que vive en el Valle de Chalco.
“Lo volvería a hacer”, dice de su viaje al norte hace media vida. “Definitivamente”.
os inmigrantes en Estados Unidos se enfrentan a grandes retos, como la discriminación generalizada y las dificultades económicas. Muchos relatan dificultades en su vida cotidiana. Sin embargo, el rotundo sí de Barradas-Medel habla en nombre de la gran mayoría de los inmigrantes encuestados a principios de este año en un sondeo pionero a escala nacional realizado por The Times en colaboración con la organización sin ánimo de lucro KFF, antes conocida como Kaiser Family Foundation.
El sondeo, realizado en 10 idiomas utilizando un método rigurosamente desarrollado, se diseñó para eliminar lagunas de lo que se sabe sobre aproximadamente 1 de cada 6 adultos estadounidenses nacidos en otros países. Su tamaño y rigurosidad permiten realizar comparaciones entre inmigrantes de distintos orígenes nacionales y entre diversas regiones de EE.UU. que antes no estaban disponibles.
Este es el primero de varios artículos que el Times tiene previsto publicar basándose en las principales conclusiones de la encuesta.
Al igual que Barradas-Medel, que se encontraba entre los encuestados que accedieron a entrevistas de seguimiento, la gran mayoría de los inmigrantes afirman que llegaron a Estados Unidos buscando mejores oportunidades económicas y laborales y un futuro mejor para ellos y sus hijos.
La mayoría dice haber encontrado ambas cosas.
Ocho de cada 10 inmigrantes encuestados afirmaron que su situación económica había mejorado al trasladarse a Estados Unidos, y aproximadamente ocho de cada 10 dijeron que las oportunidades educativas para ellos o sus hijos habían mejorado gracias a que habían emigrado.
Ocho de cada 10 dijeron también que, si pudieran volver atrás en el tiempo y hacerlo todo de nuevo, volverían a emigrar.
Y siete de cada 10 padres afirman que esperan que el nivel de vida de sus hijos supere el suyo.
Este tipo de optimismo se consideraba antaño un rasgo distintivo de Estados Unidos, y los comentaristas ya lo señalaban a principios del siglo XIX.
En décadas recientes, sin embargo, eso ha cambiado. Estudiosos y encuestadores han registrado un sorprendente aumento del pesimismo nacional. El cambio ha sido impulsado principalmente por los estadounidenses blancos, que se han vuelto más pesimistas en la mayoría de los años desde 2000, excepto por un repunte durante la presidencia de Trump, según los datos de la Encuesta Social General anual, una encuesta académica líder, analizada por NORC en la Universidad de Chicago.
La confianza en las instituciones estadounidenses también ha caído, alcanzando niveles históricamente bajos entre la población en su conjunto, según encuestas de Gallup y otras.
Entre los inmigrantes, por el contrario, la encuesta de KFF/L.A. Times muestra que una gran mayoría confía en las escuelas locales, la policía y los gobiernos estatal y federal.
En ambos aspectos -optimismo y confianza social-, los inmigrantes mantienen actitudes que en su día se consideraron fundamentales del credo estadounidense.
Los inmigrantes aducen muchas razones para venir a Estados Unidos, pero por un margen considerable, las dos principales son obtener mejores oportunidades para ellos y un futuro mejor para sus hijos.