El precio, los horarios, el miedo a hacerlo solo y no tener acceso a instalaciones o material son algunas de las razones para no entrenar
Para una parte de la población ejercitarse no siempre gusta ni es divertido, es común escuchar a personajes famosos y celebridades sufrir durante sus sesiones de ejercicio físico cuando se preparan en sus rutinas diarias: “esto no me gusta”, “no está hecho para mí”, “me canso solo de pensarlo”… Sin embargo, lo realizan por los beneficios que les reporta en su salud (física y mental) y en su actividad profesional. Es cierto que la industria del fitness ha tratado de imponer sus eslóganes como “no pain no gain, make it burn” (sin dolor no hay ganancia, que queme) considerando un espectro físico muy limitado de los participantes, hecho que ha llevado a que en la edad adulta el ejercicio parezca una obligación tortuosa.
En la sociedad actual, los estereotipos sobre la salud y el cuidado del cuerpo están en contraposición con la actividad diaria y los horarios laborales y familiares que condicionan en muchos casos el tiempo útil donde poder ejercitarse. En este contexto, se encuentran personas que son negacionistas de los beneficios del ejercicio físico, los que simplemente rechazan hacerlo, los que tachan de exagerados a los que lo promueven o los que solo ven pegas a todo lo que suene a ejercicio físico. Las razones son variadas, incluso llegando a considerar posibles efectos adversos (no saludables) en el ejercicio físico o autoconvencerse pensando que su práctica no es una píldora mágica que les hará inmortales. Daniel Lieberman en su libro Ejercicio explica el fundamento biológico del ser humano que “nunca ha evolucionado para hacer ejercicio”, ya que supone una actividad voluntaria para la salud, pero que en la sociedad actual puede considerarse “un privilegio para los privilegiados”. Sin embargo, Lieberman justifica que fríamente debemos movernos por el bien de nuestra salud, y tenemos que realizar el ejercicio necesario adecuado a nuestra edad y que nos sea divertido.
Desde las instituciones internacionales se promueve una vida activa. La OMS quiere que la población esté sana evitando aquellas causas que puedan llevar a enfermar. Por ello, sus propuestas siempre son en pro de las personas, y no en su contra, aunque en ocasiones puedan parecer imposiciones. De modo que el ejercicio físico debe integrarse en el tiempo de trabajo y rutinas diarias, al igual que se trata de comer saludable, descansar y dormir lo suficiente, o tener unas rutinas de higiene diaria. Aunque no podemos olvidar que ejercitarse es una decisión personal, el tiempo útil se puede emplear para otras actividades con familia y amigos, en vez de ejercitarse, se podrá ser más feliz aunque se esté menos sano.